dimecres, 26 d’octubre del 2011

T-10 ¿QUÉ SE TRANSMITE EN LA ENCULTURACIÓN?

En el siglo XX han aparecido otros problemas, suscitados a menudo por el desarrollo de las "ciencias humanas". Así, la etnografía nos ha familiarizado progresivamente con la diversidad realmente increíble de costumbres, hábitos, creencias en uso de las 2000 sociedades conocidas, presentes o pasadas. Tal diversidad pone de relieve el ámbito de la cultura, es decir de lo que se transmite por tradición de una generación a otra, y no el de los impulsos naturales, que serían idénticos en todos los hombres.

Algunos datos de la psicología son aún más claros. Al contrario de los animales la "cría humana" no es , según la expresión de Pieron, más que un "candidato a la humanidad". Sólo deviene hombre en la medida en que recibe del medio en el que vive, y en el momento oportuno, el aporte cultural indispensable al despertar de su inteligencia y de su sensibilidad. Esta aportación, constituida por los cuidados maternos, el lenguaje, los valores afectivos, morales y estéticos, es asimilada inconscientemente por cada uno en determinados momentos de su vida y nadie puede pretender que la ha creado por sí mismo. Así pues, el hombre es, en su nacimiento, una especie de prematuro. Como dice Malson, "Su personalidad se elabora... en una serie de matrices culturales que son para su desarrollo tan importantes como la matriz materna. Las relaciones emocionales que mantiene durante los dos primeros años con su madre condicionan toda su vida afectiva y el aprendizaje del lenguaje en el tiempo adecuado condiciona toda su vida intelectual". Los célebres "niños salvajes" educados por animales no son "hombres en estado de naturaleza", sino que adoptan las actitudes, los modos de andar, los gustos alimenticios... de las especies que les han adoptado; padeciendo, además de diversas enfermedades, un retraso mental aparentemente irreversible. (Heymann,G. Philosophie)

T-11 EL ANIMAL DESVALIDO

Sucede que las especies que cuentan con un cerebro muy desarrollado se diferencian de las dotadas de un sistema nervioso más simple no tanto en las conductas que heredan, cuanto en los comportamientos que pueden adquirir. Son los aprendizajes posibles los que hacen distintas a las especies (e incluso a los individuos). La abeja ostenta unos comportamientos complejísimos, pero son los únicos que puede realizar. Prácticamente toda su conducta está determinada genéticamente. Está sometida al determinismo biológico. De hecho, cuantos más comportamientos
hereda biológicamente una especie tantos menos comportamientos puede aprender. En
consecuencia, el desvalimiento del animal superior; del hombre, en el momento de su nacimiento es signo patente de lo mucho que puede aprender. Si contara ya con numerosas conductas al nacer, su comportamiento general posterior estaría muy determinado. Así pues, el hombre hereda –eso sí- un cerebro que permite realizar multitud de aprendizajes y, gracias a ellos, convertirse efectivamente en el ser superior que sin duda es.

Pero para aprender no basta un sistema nervioso central complejo. Es la cualidad
necesaria, pero no suficiente. Además se precisa un ambiente que enseñe o permita aprender. Ese ambiente es el constituido por los demás hombres. El medio social, actuando sobre cada individuo desde el mismo instante del nacimiento –e incluso antes- es quien permite que ese ser; el hombre, biológicamente muy indeterminado en lo que a su conducta se refiere, llegue a comportarse de acuerdo, entre otras cosas, con lo establecido en su grupo social. Las personas que constituyen ese
grupo, asumiendo y resumiendo en sus comportamientos todos los aprendizajes históricamente trasmitidos de generación en generación, consiguen que todo individuo llegue a comportarse como miembro de su comunidad cultural. La cultura sustituye así, en el comportamiento humano a los cromosomas.

Rudiger Niehman


T-12 EL HOMBRE, SER DE CARENCIAS

A.Portmann ha señalado que el ser humano nace siempre "demasiado pronto" y, por tanto, necesariamente inmaduro biológicamente. En efecto, los mamíferos inferiores (como los roedores) nacen después de un breve embarazo y en gran número de crías, pero en estado de desamparo, y han de permanecer en el nido largo tiempo: son "calientanidos". Los mamíferos superiores nacen después de un largo embarazo; pocas crías, pero muy desarrolladas.Su nido ha sido el seno materno, por eso son "fuginidos". El ser humano es un caso especial. El embarazo es largo, pero nace inmaduro y sigue necesitando un nido: es un "calientanidos secundario". Para el bebé, la casa y el mundo son su "nido", lo cual hace que reciba un enorme caudal de información (¡cultural!) antes de concluir su proceso de maduración biológica.

Por su parte, A.Gehlen ha denominado al hombre un "ser de carencias":

"Morfológicamente, el ser humano, en contraposición a los mamíferos, está determinado por la carencia, que en cada caso hay que explicar en su sentido biológico exacto como no adaptación, no especificación, primitivismo, es decir, no evolucionado, o, de otra manera, esencialmente negativo". (El hombre, pp.37) Gehlen cita, por supuesto, el mito de Protágoras, e indica que el ser humano carece en absoluto de especialización (su dentadura, por ejemplo, parece primitiva, no especializada para ninguna función concreta), por lo que se encuentra inadaptado para cualquier medio ambiente y en peligro permanente. Esta situación biológica del ser humano le obligó a suplir sus carencias y a hacerse a sí mismo ("domarse a sí mismo"). Y tuvo otra consecuencia: al no estar adaptado a ningún medio ecológico propio, puede vivir en cualquiera: está "abierto al mundo". Si se recuerda el estrechísimo medio ambiente en que vive la garrapata, se comprenderá bien lo que es la existencia de un ser que vive "en el ancho mundo", recibiendo un inmenso caudal de información"


LECTURAS PARA 1º DE BACHILLER El valor de educar. Fernando Savater Ética para Amador. Fernando Savater Política para Amador. Fernando Savater Las preguntas de la vida. Fernando Savater El señor de las moscas. William Golding (novela) La deuda de Eva. Alicia Giménez Bartlett Futbolsofía. Carlos Goñi De jóvenes, bandas y tribus. Carles Feixa Invitación a la filosofía. Andrè Comte-Sponville Vacas, guerras, cerdos y brujas. Marvin Harris Cómo nos venden la moto. Noam Chomsky. Ignacio Ramonet Los mitos griegos. Robert Graves El planeta americano. Vicente Verdú Lo que Sócrates diría a Woody Allen. Juan Antonio Rivera Panfleto antipedagógico. Ricardo Moreno Castillo El nombre de la rosa. Umberto Eco (novela) ¿En qué creen los que no creen?. Umberto Eco y Carlo MªMartini La tiranía de la belleza. Lourdes Ventura Informe Lugano. Susan George. Nadie acabará con los libros. Umberto Eco y Jean-Claude Carrière Las semillas de la violencia. Luis Rojas Marcos Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Vicenç Navarro Mi familia y otros animales. Gerald Durrell 1984. George Orwell (novela) La aventura de pensar. Fernando Savater La carretera. Cormac McCarthy (novela) Ensayo sobre la ceguera. José Saramago (novela) Las venas abiertas de América Latina. Eduardo Galeano. Un mundo feliz. Aldous Huxley. T-13 ABEJAS, CASTORES Y HUMANOS.

Entre humanos sólo hay unanimidad en saber que estamos en desacuerdo en todo. Esto se debe a algo maravilloso y, en cierto modo, aterrador, que lo que vaya a ser la vida de cada cuál es, al menos en parte resultado de lo que quiera cada cuál. Si nuestra vida fuera algo determinado y fatal, irremediable, todas estas reflexiones carecerían de sentido. Nadie discute si las piedras caen hacia arriba o hacia abajo: caen hacia abajo y punto, no hay consultas a la población para saber si queremos abolir la Ley de la Gravedad. Los castores hacen presas en los arroyos y las abejas panales de celdillas hexagonales: no hay castores tentados de hacer celdillas ni abejas que se dediquen a la ingeniería hidráulica. En su medio natural, cada animal parece saber perfectamente lo que es bueno y malo para él, sin discusiones ni dudas. No hay animales malos ni buenos en la naturaleza, por más que la mosca, si tuviera juicio moral, consideraría mala a la araña que tiende su trampa y se la come. El caso es que la araña no lo puede remediar.

Fernando Savater