divendres, 16 de setembre del 2011

1º BACH. TEXTOS PRIMER TRIMESTRE (1-4)

T-1 LO QUE LAS COSAS SON

Esta concepción fue tomada por Aristóteles de su maestro, Platón. Éste pensaba que cada cosa poseía algo así como una esencia, pero que esa esencia preexistía desde toda la eternidad a las cosas mismas y era por tanto independiente de ellas. Las cosas materiales copian esa esencia, realizándola de forma temporal e imperfecta en el mundo físico. A esa esencia la llamó "Idea".

Quizá se inspiró en el modo en que trabajan los artesanos: primero conciben la idea de lo que piensan hacer -supongamos, una vasija- y luego copian el modelo en barro. Fabrican así muchas vasijas que copian el modelo, pero ninguna realiza la perfección de la vasija-idea, ninguna es la vasija-modelo. Podemos extender este símil al mundo natural, por ejemplo a los caballos. ¿Quién es su artesano? No lo hay o, en todo caso, es la "Naturaleza". Sin embargo, todos los caballos existentes son una copia física de una idea -el modelo "Caballo"- que también, de alguna manera espiritual, es decir, no física, tiene que existir, pues de lo contrario no habría una pluralidad de objetos -los caballos- a los que comúnmente denominamos de la misma forma. Claro que, si la idea-caballo no está en cada uno de los caballos físicos, ¿dónde se encuentra entonces? Platón propone la existencia de un "mundo de las ideas", un más allá espiritual y eterno al que sólo podríamos acceder a través del intelecto.

Esta condición inmutable, espiritual y eterna de las ideas fueron imaginadas por Platón en similitud con los entes matemáticos. Estos escapan al tiempo. Es cierto que las figuras triangulares o cilíndricas existen sólo durante un tiempo, ya que pertenecen al mundo físico y están hechas de materia. Pero éstas son sólo copias perecederas de una realidad eterna o inmutable -el triángulo, el cilindro- que no se puede destruir y que existe con independencia de que en el mundo terrenal sigan apareciendo objetos triangulares o cilíndricos.

T-2 LA CREACIÓN DEL MUNDO

!1,20: Y dijo Dios:
—Bullan las aguas con un bullir de vivientes, y vuelen pájaros sobre la tierra frente a la bóveda del cielo.
1,21: Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que las aguas hizo bullir según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. 1,22: Y Dios los bendijo, diciendo:
—Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra.
1,23: Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.
1,24: Y dijo Dios:
—Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.
Y así fue. 1,25: E hizo Dios las fieras de la tierra según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles del suelo según sus especies. Y vio Dios que era bueno.
1,26: Y dijo Dios:
—Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles.
1,27: Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 1,28: Y los bendijo Dios y les dijo:
—Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra.

Génesis 1, 20-28

T-3 EL GÉNERO HUMANO

Dice Platón (Político,263) que todos nosotros tendemos a "afirmar precipitadamente que hay dos géneros de vivientes: el género humano, primero, y por otra parte, todos los demás animales en un solo bloque". Pero -continúa diciendo- podríamos engañarnos. Primero, hay un engaño del lenguaje: puesto que "tenemos una sola palabra para designar a todos los demás animales (el de fieras o bestias), imaginamos que no forman sino un solo género contrapuesto al género humano". En segundo lugar, sigue Platón, "nos engaña nuestro orgullo, pero es lo que ocurriría con cualquier otro animal dotado de razón, por ejemplo una grulla: aislaría primero el género "grulla" para oponerlo a todos los demás animales, y de esa forma glorificarse a sí misma, y rechazaría el resto, seres humanos incluidos, en un mismo grupo, para el que probablemente no encontraría otro nombre que el de bestias." Mucho más tarde repetirá Darwin: "Si el ser humano no hubiera sido su propio clasificador, jamás habría soñado en fundar un orden separado para colocarse en él" (El origen del ser humano)

En realidad, el planteamiento platónico del problema ya sugiere la solución: sólo el ser humano es capaz de clasificar a los animales (él mismo incluido) ya que sólo él es racional. Pero también nos está haciendo una advertencia: ¡Mucho cuidado! Encontrar la "diferencia" -la racionalidad- no quiere decir, necesariamente, que se haya demostrado que el ser humano es mejor
que los demás animales. ¿Es realmente mejor? La pregunta queda abierta, y lo ha estado a lo largo de la historia de la filosofía. Así encontramos, por ejemplo, que en el Renacimiento, Pico de la Mirándola definía a las bestias como "inferiores", hasta el punto de exigir al hombre buscar su propia dignidad lejos de todo aquello que, como sus pies o sus manos, le acercan demasiado a la condición animal. Sin embargo, el célebre Montaigne, en su Apología de Ramón Sibiuda llega a atribuir a los animales pensamiento e incluso religión.

T-4. LAS NORMAS MORALES Y LA NATURALEZA HUMANA.

Los sofistas defendían el carácter convencional no sólo de las instituciones políticas, sino también de las normas morales: lo que se considera bueno y malo, justo e injusto, loable y reprensible, no es fijo, absoluto, universalmente válido e inmutable. Para llegar a esta conclusión los sofistas contaban con un argumento doble: 1) La falta de unanimidad acerca de qué sea lo bueno, lo justo, etc...(cosa que se hace evidente no solo comparando unos pueblos con otros, sino incluso a dos hombres de un mismo pueblo) 2) Los sofistas solían establecer la comparación entre las leyes y normas morales vigentes y la naturaleza humana.

Lo único verdaderamente absoluto, inmutable (es decir, común a todos los hombres) es la naturaleza humana. Para saber en qué consiste la naturaleza humana habrá que observar cuál es el modo propio e intrínseco de comportarse de los hombres.

La búsqueda de un modo propio –natural- de comportarse los seres humanos no es nada fácil, ya que nuestro comportamiento está condicionado por el aprendizaje, por las normas y hábitos que nos han sido inculcados a lo largo de nuestra vida. ¿Qué es, pues, lo natural en el hombre? De un modo general, cabe responder: lo que queda si eliminamos todo aquello que hemos recibido por las enseñanzas recibidas. Los sofistas, especialmente los de segunda generación, como Calicles y Trasímaco, utilizan el animal y el niño como ejemplos de lo que es la naturaleza humana prescindiendo de los elementos culturales adquiridos. De estos dos modelos deducen que sólo hay dos normas naturales de comportamiento: la búsqueda del placer (el niño llora cuando siente dolor y sonríe feliz cuando experimenta placer) y el dominio del más fuerte (entre los animales, el macho más fuerte domina a los demás).

Toda moral que vaya en contra de estas dos normas es antinatural. Por tanto, la moral vigente es antinatural, por contraria a la naturaleza, y convencional, porque es fruto del acuerdo.